Kiko de Arias Alastrué demostró una pasión inquebrantable por el emprendimiento. Junto a dos amigos de la facultad, dio sus primeros pasos en el mundo empresarial al fundar una agencia de servicios, enfrentándose de inmediato a los desafíos de un mercado ferozmente competitivo.

Los primeros meses fueron una mezcla de entusiasmo y dificultad. Cada proyecto era una batalla ganada, pero también un recordatorio de lo volátil que puede ser el éxito. Sin embargo, gracias a su persistencia y esfuerzo colectivo, la agencia comenzó a ganar terreno. Los contratos aumentaron, y el equipo se consolidó, permitiendo que la empresa creciera de manera sostenida.

A pesar del éxito obtenido, Kiko sintió que había alcanzado un techo. La rutina y la estabilidad económica no eran suficientes para saciar su sed de innovación. Buscando un nuevo desafío, se inspiró en una tendencia emergente en Estados Unidos: la educación en línea. Con la visión de transformar la manera en que se impartían conocimientos empresariales, Kiko decidió aventurarse en este nuevo campo.

La transición no fue fácil. Tras varios intentos fallidos, finalmente Kiko y su socio lograron captar la atención de empresarios destacados, concentrándose inicialmente en la hostelería. Así nació Talent Class, una plataforma que ofrecía clases impartidas por líderes de la industria, diseñadas para formar a la próxima generación de empresarios del sector.

El programa ganó popularidad rápidamente. La calidad de los cursos, el boca a boca, y los casos de éxito entre los participantes fueron clave para este crecimiento. Pero, como todo viaje emprendedor, el camino al éxito no estuvo exento de obstáculos.

La pandemia de COVID-19, que para muchos significó un desafío insuperable, representó para Talent Class una oportunidad. Con más personas buscando formación en línea, las ventas se dispararon. No obstante, Kiko cometió un error crucial al confiar la gestión de la empresa a las personas equivocadas, lo que llevó a una inversión fallida que impactó significativamente los recursos de la compañía.

Lejos de rendirse, Kiko se levantó de las cenizas de su error. Decidido a seguir creciendo y aprendiendo, optó por diversificar su oferta. Exploró nuevas verticales como la moda y la belleza, con el objetivo de formar a más empresarios y expandir el impacto de Talent Class. Este movimiento no solo revitalizó la empresa, sino que también subrayó la versatilidad y la capacidad de adaptación de Kiko en el mundo empresarial.

Hoy, Talent Class no es solo una plataforma educativa, sino un símbolo del espíritu emprendedor de Kiko de Arias Alastrué. Su viaje, lleno de altibajos, es un testimonio de su resiliencia, innovación y dedicación a la formación de futuros líderes empresariales.